EL MAGNÁNIMO


EL MAGNÁNIMO

Es bastante fácil ser generoso con el dinero de los demás




ElPresidente Hugo Chávez Frías ha dispuesto del dinero de todos los venezolanos como si lo sacara de sus propios bolsillos, como si fuera su cuenta particular, al estil o de los viejos presidentes-caudillos militares del siglos XIX y principios del XX, sin pedir aprobación previa ni rendir cuentas. Como un caporal que administra a su antojo una gran hacienda llamada Venezuela.

Mediante acuerdos ventajosos, donaciones, regalías y dádivas que le ha entregado a 26 países alrededor del mundo, principalmente a Cuba, y también a otros gobiernos "amigos" de Sur y Centro América, nos ha escamoteado a los venezolanos, hasta la fecha, 259.760.162.210,70 Bs.F, es decir, redondeando la cifra, 260 mil millones. Esto sin contar con otras extravagancias y exageraciones, como la gran cantidad de dólares gastados en armamento y pertrechos de variada índole, desde modernos aviones hasta fusiles de asalto, como si nos preparáramos para una inminente guerra. Con todo este dinero, hemos podido ayudar una enormidad a mejorar las condiciones socioeconómicas de Venezuela, que tiene un gran déficit de escuelas, universidades empobrecidas por presupuestos miserables, sueldos ridículamente bajos, hospitales en deplorables condiciones, notables deficiencias en servicio los básicos (particularmente el de electricidad), compatriotas en condición de miseria permanente, carreteras y autopistas dañadas, puentes en mal estado, miles de damnificados en cuarteles y refugios en deplorables condiciones, etc., etc.


Con buena parte de ese dinero, Chávez ha edificado su "liderazgo" internacional; se ha llegado a convertir para algunos países, al margen de la normal cooperación entre naciones, y en una comparación sin ánimos de ofensa, sólo con carácter ilustrativo, en algo así como el borracho impertinente y engreído que acude a cuanta reunión pueda ir, y que es incómodo para mucha gente, pero como paga la cuenta de los tragos, lo buscan, lo halagan y se le vuelve a invitar.


Ha regalado sistemas de producción de electricidad, hospitales, escuelas, urbanizaciones, petróleo, dólares, etc., de acuerdo a su propio saber y entender, ¡Ha hecho donaciones hasta en Estados Unidos e Inglaterra! Todo para complacer a su enorme ego, ganar aliados y amarrar convenios y hasta, se dice, intervenir en los asuntos internos de otros países y doblegar voluntades. Ante esta situación, cabe preguntarse: ¿Será que aquí, en Venezuela, no hace falta nada, que tenemos todas nuestras necesidades satisfechas? ¿Qué no es necesario aumentar nuestras inversiones en el sector educativo, en salud pública, en construcción de viviendas, en el campo industrial y en el agrícola, en la producción de conocimientos y tecnología, en combatir la inflación y sus consecuencias inmediatas y, en general, elevar el nivel cultural y mejorar la calidad de vida de los venezolanos?


Viene aquí al caso recordar lo que alguna vez dijo el famoso hidalgo Don Quijote de la Mancha a su escudero: “cosas veredes Sancho que non crederes”.


      Edmundo F. Felipe
28 de septiembre de 2012




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